Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado,
un solo beso lento y prolongado
que se truncó en dolor cuando partiste.
No supiste entender, no comprendiste
que era un amor final, desesperado,
ni intentaste arrancarme de tu lado
cuando con duro corazón me heriste.
Lloré tanto aquel día que no quiero
pensar que el mismo sufrimiento espero
cada vez que en tu vida reaparece
ese amor que al negarlo te ilumina.
Tu luz es él cuando mi luz decrece,
tu solo amor cuando mi amor declina.
Y sigue Lorca...
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grand e que el dolor d e ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
agrios de mi vivir cansado y lento,
mi desencadenado pie sangriento
no gusta ya de ir entre las flores.
¡Qué bien se casan estos campeadores:
el pie que vence y el entendimiento!
El recio corazón, ¡con qué contento
piensa en mayo, brotado de dolores!
Es ya el otoño, y en el yermo y puro
sendero de mi vida sin fragancia,
la hoja seca me dora la cabeza...
¡Amor, amor! ¡Qua abril se torna oscuro!
¡Que no cojo al verano su abundancia!
¡Que encuentro ya divina mi tristeza!
Don Antonio Machado dice...
Tarde tranquila, casi
con placidez de alma,
para ser joven, para haberlo sido
cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías... lejos,
y poder dulcemente recordarlas.
Por las grietas de mi vida
Se filtran mis ansias, mis deseos
Mis frustraciones, mis te quieros
Que no llegarán a oídos de nadie,
Las notas de mi guitarra pasan
A ser lágrimas, y mi canción
Un réquiem de suspiros
Por un corazón que ya no late.
¿Y por qué no haces caso a lo que Alberti dice?
ResponderEliminarSuenen a palabras vacías, pero ánimos. Del otoño debes disfrutar el ruido que haces al pisar las hojas caídas de los árboles desnudos; los atardeceres que sólo se ven en ésta época, y los recuerdos nunca vividos.
Un fuerte abrazo
Ya... pero de la teoría a la práctica hay trecho largo. Muy largo.
ResponderEliminarHay momentos en los que te encuentras triste sin saber muy bien la causa. Y además es una tristeza tan tonta que al final acaba doliendo. Y uno no sabe xq... otoño...
Ciertamente hoy por la mañana he estado paseando por campus entre hojas de la tarde, rocío de la mañana y hierba seca. oh... un abrazo para ti también.
Por cierto, te leo mucho pero no consigo comentar.
Sé de buenas a primeras que de la teoría a la práctica hay un gran trecho, pero, siempre es mejor retar los momentos tristes de la vida y sacarles lo bueno. Como quien saca el jugo de la naranja, si no te gustan las pepitas, tendrás que saber valorarlas por lo bueno, porque no podrás sacarlas en el momento de exprimirlo.
ResponderEliminarUna vez una persona muy importante que ya no está, me dijo que las tristezas, la melancolía, las depresiones...vienen cuando te sientes débil. Así que ya sabes, abre los ojos y nos los cierres.
Gracias por leerme. Y raro lo de no comentar, pero no importa; sigue paseando entre hojas de la tarde, y yo seguiré leyéndote día tras día.
Un fuerte abrazo.