Me voy a sincerar. Ya es hora. Igual así descargo un poco este hervidero de ideas y pensamientos que llevo detras de las gafas, si, ahí, encima del cuello y debajo del pelo (que hay que cortárselo ya).
Pues resulta que es enero y sin darme demasiada cuenta he cumplido 23 años. ¿23? Sí, 23. Y ahora me pregunto yo, ¿Donde quedan los 18,19,20,21,22? buena pregunta Carolain. No tengo ni idea. No los guardo, se han ido. No es que yo lo haya mandado, es que se han ido. No han dejado huella en mi. En estos años no he conocido a nadie que me haya marcado, no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso (y lo poco que he hecho nadie me lo ha reconocido). Mi música y poesía hechas con tantísmo dolor han sido ignoradas por el mundo y al final por su autor.
Si algo ha habído digno de mencionar de tres años para aquí es lo mucho que estoy disfrutando formandome en diversas disciplinas. Pero... ¿de qué vale saber sobre locos, cuentos viejos, piedras y rimas? A día de hoy nada.
No pido alabanzas, no pido homenajes, solo que la gente de mi entorno me reconozca lo que he hecho bien, así como me han hechado en cara lo que es hecho mal. Es justo y necesario.
Llevo, en otro orden de cosas, demasiado tiempo arrastrando cruces y no llego al calvario. La vía dolorosa se está haciendo muy larga. La agonía. Pero es una agonía tan larga que se me ha inmunizado el cuerpo y ya no duele. Ni tan siquera duele ya. Y añoro el dolor. Entonces, al menos, sentía. A día de hoy nie eso. Llevo ya unos años en fase ladrillo. Sin sentir ni padecer.
Siempre he sido enamoradizo. Yo confieso ante... lo he sido. Pero me he llevado más ostias que una pandereta gallega. Todavía me traspasa el corazón ese rayo que no cesa desde que empezó a iluminarme cuando tenía trece años. Esa terca estalactita que se hunde poco a poco en un corazón que es inmaterial. Ella tenía once. Y va siendo hora de alzar el vuelo no? una década de ascensión al gólgota.
Pero el resto de lances no me han ido mejor. Perdí espada en todos. Tampoco han sido muchos. Creo solamente uno, serio, vamos. Todavía reciente. Dos años que desnudé mi sentir delante suya. Dos años que paenas sé algo de ella. La última vez que nos vimos... septiembre. Mejor no recordarlo.
No es dolor, es pena. Es una nostalgia que se ha enquistado y provoca ataques de melancolía. Arrebatos pesadumbre. Llorar y llorar y llorar por todo. Hasta porque Manbrú se fue a la guerra.
Cada día soporto menos a la gente que se acerca a mi diciendo que me entiende y a cada palabra demuestra que no. Y más todavía a los que me dicen que son tonterías infantiles. Una puta mierda. Mi vida es solo mía y yo la sufro. Si quieres arrimar el hombro para cargar parte de mi cruz te lo agradezco, pero ni me pongas zancadillas ni te subas encima. Bastante tengo.
Ya no puedo escribir. Ya...
Dios me pide más de lo que ahora estoy dispuesto a dar. Lleva unos años machacándome con lo mismo y yo no quiero. NO QUIERO. Ahora, al menos, no. Pero muchas veces me embarga la nostagia de Dios y eso sí que me duele. Me duele y mata. No es un dolorcillo ingenuo... es dolor. Me veo felíz en otro lugar, ahciendo otras cosas con otras gentes y... no. Ahora no. Déjame en paz. ¿no ves que estoy herdio por el amor humano? mal argumento. ¿Eres capaz de llenar mi vida?
Pues resulta que es enero y sin darme demasiada cuenta he cumplido 23 años. ¿23? Sí, 23. Y ahora me pregunto yo, ¿Donde quedan los 18,19,20,21,22? buena pregunta Carolain. No tengo ni idea. No los guardo, se han ido. No es que yo lo haya mandado, es que se han ido. No han dejado huella en mi. En estos años no he conocido a nadie que me haya marcado, no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso (y lo poco que he hecho nadie me lo ha reconocido). Mi música y poesía hechas con tantísmo dolor han sido ignoradas por el mundo y al final por su autor.
Si algo ha habído digno de mencionar de tres años para aquí es lo mucho que estoy disfrutando formandome en diversas disciplinas. Pero... ¿de qué vale saber sobre locos, cuentos viejos, piedras y rimas? A día de hoy nada.
No pido alabanzas, no pido homenajes, solo que la gente de mi entorno me reconozca lo que he hecho bien, así como me han hechado en cara lo que es hecho mal. Es justo y necesario.
Llevo, en otro orden de cosas, demasiado tiempo arrastrando cruces y no llego al calvario. La vía dolorosa se está haciendo muy larga. La agonía. Pero es una agonía tan larga que se me ha inmunizado el cuerpo y ya no duele. Ni tan siquera duele ya. Y añoro el dolor. Entonces, al menos, sentía. A día de hoy nie eso. Llevo ya unos años en fase ladrillo. Sin sentir ni padecer.
Siempre he sido enamoradizo. Yo confieso ante... lo he sido. Pero me he llevado más ostias que una pandereta gallega. Todavía me traspasa el corazón ese rayo que no cesa desde que empezó a iluminarme cuando tenía trece años. Esa terca estalactita que se hunde poco a poco en un corazón que es inmaterial. Ella tenía once. Y va siendo hora de alzar el vuelo no? una década de ascensión al gólgota.
Pero el resto de lances no me han ido mejor. Perdí espada en todos. Tampoco han sido muchos. Creo solamente uno, serio, vamos. Todavía reciente. Dos años que desnudé mi sentir delante suya. Dos años que paenas sé algo de ella. La última vez que nos vimos... septiembre. Mejor no recordarlo.
No es dolor, es pena. Es una nostalgia que se ha enquistado y provoca ataques de melancolía. Arrebatos pesadumbre. Llorar y llorar y llorar por todo. Hasta porque Manbrú se fue a la guerra.
Cada día soporto menos a la gente que se acerca a mi diciendo que me entiende y a cada palabra demuestra que no. Y más todavía a los que me dicen que son tonterías infantiles. Una puta mierda. Mi vida es solo mía y yo la sufro. Si quieres arrimar el hombro para cargar parte de mi cruz te lo agradezco, pero ni me pongas zancadillas ni te subas encima. Bastante tengo.
Ya no puedo escribir. Ya...
Dios me pide más de lo que ahora estoy dispuesto a dar. Lleva unos años machacándome con lo mismo y yo no quiero. NO QUIERO. Ahora, al menos, no. Pero muchas veces me embarga la nostagia de Dios y eso sí que me duele. Me duele y mata. No es un dolorcillo ingenuo... es dolor. Me veo felíz en otro lugar, ahciendo otras cosas con otras gentes y... no. Ahora no. Déjame en paz. ¿no ves que estoy herdio por el amor humano? mal argumento. ¿Eres capaz de llenar mi vida?
Así estoy yo...
No todo el mundo es tan generoso como tú en cuanto a decir lo que los demás hacen bien. Y es muy complicado arrimar el hombro cuando, de alguna manera, nos identificamos y nos definimos por medio del dolor. Es como tú dices: a veces parece que hay que estar sufriendo para estar vivo. Y sin querer apartamos a los que intentan paliar ese dolor que, queramos o no, nunca van a poder compartir ni comprender...
ResponderEliminarSi te sirve de algo, yo te quiero muchísimo, estés vivo, moribundo o ladrillil. Y creo que has dado mucho y, sobre todo, que tienes mucho por dar.
Un beso.
AY! mi Dulcinea de Salamannca! sabes que yo también te quiero y que no soy nada hábil demostrándolo. Confío en que me perdones. En la distancia siempe te siento cerca. Un beso.
ResponderEliminarPues a ver cuándo achicas esa distancia y vienes a verme, crapulilla.
ResponderEliminar