jueves, 14 de enero de 2010

Haití en palabras de Gabilondo y recuerdo por los muertos


Hace mucho que dejó de caerme simpático Iñaki Gabilondo. No me gusta nada ese rollo que se trae. Detesto los espacios de 5 minutos que se autoconcede en los informativos para pontificar un rato y soltar, muchas veces, falacias de tercera y soplagaiteces varias.
Pero esta vez tengo callarme y darle razón. Suscribo palabra por palabra lo que dice Gabilondo en este escrito. Es lo que dijo en informativo de ayer:

"Hay muchos mundos en este mundo y Haití es uno de los peores. Su extensión es, aproximadamente, como la Comunidad Valenciana. Y el setenta por ciento de sus ocho millones y medio de habitantes vive por debajo del mas bajo de los umbrales de pobreza.

Las enciclopedias nos recuerdan que la República de Haití tiene la renta per capita mas baja del hemisferio occidental. Su historia es una sucesión interminable de abusos. Es un país pisoteado por todas las formas conocidas de explotación.

La dramática paradoja de Haití es que fue la primera república negra, en 1804, fruto de la revuelta de los esclavos. Creyeron haber conquistado la libertad pero, desde entonces, fueron esclavizados por tiranías abyectas, reyes megalómanos y una turbamulta de dementes, a mayor gloria y provecho de una oligarquía local corrompida hasta la médula.

Dicen que en el pasado Haití era un jardín del edén. Ahora está convirtiéndose en un desierto deforestado. Los haitianos que pueden, se van: doce mil cada año. Un perro más que flaco atacado por todas las pulgas.

El año pasado, el encarecimiento del precio de las materias primas les trajo grandes hambrunas, y la crisis financiera mundial significó un gran recorte en la ayuda internacional que recibía. Además, Haití no se había repuesto todavía de los destrozos provocados por el huracán Jeanne, que hace cinco años, en 2004, se cobró más de dos mil vidas y dejó sin alimentos ni agua a ciento setenta mil personas.

La devastación de hoy, con miles de muertos, no es solo consecuencia de una catástrofe natural, sino también de la fragilidad de una tierra desamparada, con estructuras de papel, saqueada por dos siglos de injusticia.

Hoy Haití nos duele, pero no tardaremos más de una semana en devolverla a sus tinieblas, a ese batallón de castigo de los países olvidados, abandonados a su infortunio. Más distantes de nuestra atención que la luna o Marte. Y nosotros seguiremos hablando de la globalización."

Vaya pues desde aquí una oración por Haití, por todos esos que no van tener quien les rece y cante:

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Gracias por añadir cordura a las quijotadas.