Una joven de
Lesaka embarazada de ocho meses murió ayer al sufrir un accidente de tráfico en Sunbilla cuando colisionaron el turismo que conducía la fallecida y un camión. Los médicos no pudieron hacer nada por salvar la vida del bebé que esperaba Maitane Irigoyen Fagoaga, de 18 años, qu
e residía en Sunbilla con su pareja.
El accidente ocurrió a las doce del mediodía, cuando la joven se dirigía de Sunbilla a Lesaka, donde residen sus padres y a los que visitaba a diario. Para eso, Maitane Irigoyen tenía que incorporarse a la a N-121-A, la carretera que une Pamplona y Francia por Behovia, después de atravesar la calzada, hacer una oreja e incorporarse a la carretera por el carril en dirección a Francia.
Por causas que investiga la Policía Foral, el camión, que viajaba en dirección a Francia, se topó con el turismo de la joven, que en ese momento cruzaba la calzada para llegar a la oreja. El coche sufrió el impacto en el lado del copiloto. El camionero, un joven portugués de 26 años que conducía un vehículo de la empresa Giraud, resultó ileso.
Hasta el lugar fueron movilizados cuatro bomberos del parque de Oronoz-Mugaire, que tuvieron que sacar a Ma
itane Irigoyen del interior del turismo, el Volkswagen Golf con matrícula NA-9732-AW de su pareja. La joven había sufrido un fuerte golpe en la cabeza y en el abdomen.
El centro de coordinación de emergencias de Sos Navarra había dispuesto una ambulancia medicalizada de Pamplona que, a la altura de los túneles de Belate, debía haber recogido a la joven trasladada por los bomberos en su ambulancia convencional. Pero ante el grave estado que presentaba la joven, el médico y ATS de Santesteban decidieron hacer el trayecto con los bomberos para que Maitane Irigoyen estuviera atendida médicamente en todo momento. En el camino, la joven fue entubada y sufrió una parada cardiorrespiratoria.
Al llegar al Hospital Virgen del Camino, los médicos realizaron un escáner y descubrieron que el bebé que esperaba la joven había fallecido. Poco después moría Maitane Irigoyen.
La joven, que tenía una hermana de 13 años y cuyo padre es dueño en Lesaka de una empresa de transporte de paquetería, estudió en su localidad natal hasta la ESO, cuando se trasladó a Bera para continuar sus estudios en el Instituto Toki Ona. Ya terminados, cursó en Guipúzcoa primero de peluquerí
a. La joven y su pareja tenían previsto casarse cuando fueran padres.
¿Que injusta es la vida verdad? y uno en esos momentos se caga en Dios. ¿Donde cojones estas? se pregunta uno. Pero luego te das cuenta de que la vida tiene cosas incomprensibles e irremediables. ¿que gran conclusión, verdad?.
Confío que el Dios en el que ella cría y en el que yo creo la tenga disfrutando eternamente de ese hijo que no pudo ver pero que, sin embargo, sintió en sus entrañas, quiso y anheló ver hasta el último día. Unax tenía que haberse llamado.
Fué un 8 de Noviembre del 2005. Recién empezado, yo, en la universidad. Me llegó un sms de mi madre hacia la una del mediodía. Maitane ha tenído un accidente y ha perdido el niño. Me apenó profundamente. Ese niño era casi tan nuestro como suyo. Las horas que habría pasado Maitane hablándonos de lo que le tenía pensado comprarle al crío, el nombre que tenía pensado pner a la criatura, los padrinos... ya sentiamos especial cariño por ese chaval que, en breve, llegaría a este cruel mundo.
Luego vino la segunda parte. Han muerto Maitane y el niño.
Salí de calse como alma que el diablo lleva y corrí a Virgen del camino. Entré por urgencias (confieso que desde ese día no me he vuelto ni a asomar por allí) y pregunté archihistérico: ¿¿¿¿¿Maitane Irigoyen Fagoaga?????? me respondío la recepcionista "ha ingresado cadaver"y me dijo a donde ir. Eran las 2 y media pasadas. Solo estaban allí los padres y unos primos de Maitane. ¿quieres verla? me dijeron. No quise verla. Una de las primas que estaba allí me advirtió que estaba deformada.
Preferí guardar la imagen de aquella maitane con barriguita y sonrisa profident.
Vi que allí no tenía nada que hacer. Me despedí de la madre, que me abrazó. Hice un último barrido con la mirada a la sala de espera, levanté tímidamente la mano y las miradas me respondieron, más o menos.
Salí del hospital entré en el primer bar que encontré en Pio XII y me bebí una pinta de cerveza de golpe. Y nuevamente la nada. Otoño, frio, lluvia y muerte. La nada.
Maitane era amiga de toda la vida. Desde niños había ido juntos a la escuela, habíamos sido novios, cosas de chiquillos, ya se sabe... hasta los 16 años día a día juntos. Yo empecé el bachillerato y ella se fué a estudiar peluquería.
No llevaba una vida ejemplar, hay que decirlo. Era una precisidad de mujer y se traía de cabeza a todos lo tíos en un radio de 20 Km a la redonda. Y así funcionó. Hoy con uno, mañana con otro... hasta que con 17 años se quedó embarazada. Lo afrontó como una señora, dijo que con su hijo a morir y desgraciadamente así fué. Madre e hijo, nonato.
Cada sábado que puedo subo al cementerio a rezarle un par de avemarías. A darle conversación. Aunque hay veces en las que me siento gilipollas hablandole a la lápida mientras el cementerio calla y todo lo llena ese silencio de muerte que resulta ser lo mejor y lo peor de los camposantos.
Pero me da igual. Cuando estas pensando que lo que yace bajo tus pies es esa a la que has conocído desde siempre, llorando y riendo, que ha compartido media vida contigo, que iba a ser
Te recuerdo, Maitane y creo que te habré de recordar todos los días que me restan de existencia hasta que por fin te vuelva a ver, tan hermosa como siempre, en e l jardín del Edén, donde seguro estas coronando la primavera eterna del cielo.
Felicidades desde la terra. 22 besos al cielo.

Me ha sobrecogido, Egoitz. En serio.
ResponderEliminarAún me acuerdo de ese día. Comiste en mi casa. Que injusta es la vida, si señor.
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