A veces las palabras se nos gastan
de tanta rozadura cotidiana
que apenas se resisten al contacto
furtivo del silencio.
Y al fin se desmoronan, comprometen
el pálido secreto que atesoran,
la necia vaciedad que mistifican
con sus insinuaciones.
Por eso lo mejor será esconderlas
detrás de una sonrisa, no traiciones
en ellas tu saliva.
Que a veces las palabras se nos cansan
y es bueno que te calles.
Rafael Dawid
Qué preciosidad.
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